sábado, 25 de junio de 2011

Cuenta Cuentos

Ya desde hace algún tiempo vengo trabajando jornada partida y fines de semana alternos. Siempre es un coñazo, dicho mal y pronto, el tema de venir por la mañana y luego por la tarde, más aún si le sumamos un sábado o un domingo, pero en verano se hace insoportable caminar por la calle a las 15.30 para desplazarte al trabajo. "No debo quejarme", me recuerdan unos y otros, hasta tal punto que yo me lo digo a mi mismo, "tengo que dar gracias por estar trabajando", ¿pero hasta qué punto debo aguantar?, mi paciencia debe ser como un saco sin fondo en el que por estar trabajando deba dar siempre las gracias.

Mi implicación con el trabajo, pese a no ser para lo que me preparé, y puesto que no hay mucho donde elegir, es máxima. Tanto es así que el otro día, robaron a unos desafortunados alemanes en mi turno, tarjetas de crédito, pasaportes, etc… Pero casualidades del destino, mientras estábamos en la puerta recordando como había sido el hurto, de lejos reconocí a los ladrones y salí corriendo tras ellos. Sí, los pillé, más bien los seguí acusándolos a voz en grito de su acción y mientras llamé a la policía que se hizo cargo de ellos.

Como si de un cuenta cuentos se tratara, el estado laboral acrecentado por la desfachatez de algunos individuos, que encima no son españoles, más la crisis y otros males, hacen que la gente se lleve una impresión errónea de todo, e incluso nosotros mismos nos creamos los sucesos como cuentos que suceden en otros lares menos civilizados.

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