sábado, 24 de marzo de 2012

Timbre



 



“Din, don!...”, es complicado describir el sonido de un timbre, mucho mejor sería poder escucharlo, pero estoy seguro de que todos sabemos a cuál hago referencia. Es ese de las puertas o del ascensor de algunos edificios al llegar a una planta, también valdría el de un aeropuerto, pero éste sería más largo. El sonido del que resonaba aún en mis oídos era grave y eterno. Eterno porque llevaba días sonando en mi puerta, siempre a la misma hora. Las primeras veces me levantaba rápido de donde estaba, dejaba lo que hacía, y acudía a la puerta. Al abrir, nadie, nada había… volvía a mis tareas, y pasado unos instantes se repetía. Tan solo dos toques cada día.

Siendo un timbre común, había algo de él que me resultaba familiar. Lo había oído antes, hace tiempo, meses, casi un año atrás. La melodía del timbre que recordaba era uno que había montado con mis propias manos, estaba destinado a facilitar el acceso a minusválidos en un comercio, pero por qué sonaba tan parecido el que oía.

“Ring, ring!..”, nuevamente un timbre, me acabo de levantar, he dejado de escribir y he ido a la puerta, en silencio, casi de puntillas. ¿Ha sido real?

“Ring, ring!..” abro la puerta, allí hay un hombre con una carta certificada, la firmo y cierro. La carta no tiene remitente, tan solo un pictograma de una persona en silla de ruedas. Pero lo que más me taladra mi cabeza, la pregunta que ronda es, ¿si mi puerta suena con éste timbre, de dónde venía el que escuchaba todos estos días?... Sigo añorando oír ese timbre eterno y no tan solo imaginarlo en el altavoz de mi cabeza y el subwoofer de mi corazón.

P.d. He vuelto.

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