Las cosas, la vida, se veía de otra manera hace unos años.
Aún recuerdo cuando en el año 2012 pensábamos que el futuro nos depararía
mayores y mejores expectativas, pese a la crisis mundial que atravesábamos,
siempre nos quedaba la esperanza. Hoy es una mañana de jueves de 2042, el cielo
luce azul, la primavera ha llegado, aunque las temperaturas desde entonces se
han incrementado un grado o dos. La verdad que pocas cosas han cambiado, eso
sí, ahora hay mil aparatos tecnológicos y han surgido nuevos negocios, tantos
como los que han desaparecido.
Sociológicamente hoy aparece en todos los diarios digitales
el aniversario de la última huelga general que se recuerda. ¡Qué tiempos
aquellos! La gente salía a la calle a manifestarse en contra de medidas que el
gobierno de entonces había tomado, siempre había un motivo para salir a
manifestarse, o eso era lo que creíamos, aunque más bien era un día de
vacaciones. Los sindicatos se erigían como representantes de los trabajadores,
eran fuertes políticamente y resultaba una amenaza cuando algún gobierno
promovía reformas a las que ellos no estaban de acuerdo. Eso sí, mientras se
les otorgaba beneficios sustanciales, mientras se les diera el valor que ellos
consideraban necesario, permanecían callados sin salir a manifestarse.
Eran otros tiempos,
la gente reivindicaba su derecho a manifestarse pero sin respetar los derechos
del que quería trabajar. Tiempos difíciles que enfrentaban a unos contra otros,
los piquetes eran el brazo más exasperado de esas manifestaciones, encargados
de hacer cumplir el cierre de grandes centros comerciales, polígonos
industriales, monumentos etc. En definitiva causar el caos pese a quien pese.
Evidentemente eso ocasionaba conflicto y enfrentamiento entre las fuerzas de
orden público, los trabajadores y los manifestantes.
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